Las terapias génicas para activar la longevidad, y que ya se han probado en ratones, permitirían introducir genes en determinados órganos para curar o prevenir enfermedades.
Los progresos en torno al conocimiento de los efectos de la telomerasa están multiplicando de forma exponencial las posibilidades de disponer de un elixir de la juventud o de la inmortalidad en un futuro próximo, según la científica española María Blasco.
La directora del grupo de Telómeros y Telomerasa del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha asegurado hoy en una conferencia en el CSIC que la ciencia no está «tan lejos» del elixir de la inmortalidad tras descubrirse el mecanismo molecular de la longevidad y gracias a los avances logrados en terapias que retrasan la senectud y enfermedades asociadas a la misma.
Anteriormente se había firmado un convenio con el CSIC por el que la Obra Social «La Caixa» destinará un millón de euros a la Fundación General del organismo público de investigación para promover líneas de investigación sobre el envejecimiento, en el marco de los denominados «Proyectos Cero».
Según Blasco, las terapias génicas y los tratamientos farmacológicos activadores de la telomerasa ofrecen un panorama científico muy prometedor para lograr combatir las enfermedades asociadas al envejecimiento y mejorar la calidad y la esperanza de vida de las personas.
Las terapias génicas para activar la longevidad, y que ya se han probado en ratones, permitirían introducir genes en determinados órganos para curar o prevenir enfermedades.
Además, ya se está aplicando en humanos un tratamiento farmacológico efectivo a partir de moléculas ingeridas en medicamentos y se ha confirmado que permite ampliar la longevidad.
Los telómeros, que son el extremo final de todo cromosoma y determinantes de «la longevidad», resultan esenciales para protegerlo de la degradación, mientras que la telomerasa es una enzima capaz de volver a alargarlos en los estadios tempranos del desarrollo embrionario.
La telomerasa se silencia en muchos tejidos adultos después de cumplir su función embrionaria, lo que origina el acortamiento de los telómeros asociados a la edad.
Se ha comprobado en experimentos con ratones que la calidad y tiempo de vida de los roedores mejoran cuando se les aplican tratamientos activadores de la telomerasa.
Uno de los problemas pendientes de resolver en la investigación de terapias contra el envejecimiento es el tema del cáncer, ya que más del 95 por ciento de todos los tipos de tumores humanos activan la telomerasa para mantener la juventud de sus telómeros y así poder dividirse indefinidamente.
La ausencia de telomerasa causa un acortamiento progresivo de los telómeros y aquéllos que son críticamente cortos hacen que células madre dejen de regenerar tejidos y se produzcan patologías degenerativas.
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