A Fredrik Hjelmqvist le llaman el hombre-jukebox. Y si lo que quería era dar publicidad a su tienda de música de Estocolmo lo ha conseguido.
Para ello, sólo necesitaba poner en marcha en su ordenador la página de música por internet Spotify, un amplificador y ponerse a bailar al son del ritmo que le marcaba, y nunca mejor dicho, su cuerpo. Es cierto que el sonido no superaba los mínimos estándares de calidad, pero también que el experimento salió como esperaba sin, que se sepa, haber sufrido efectos secundarios.
La música se escuchó durante tres horas, mientras aguantaron las baterías, suficiente para promocionar este invento al que ha bautizado como GutPod (por l apalabra inglesa "gut", tripa).
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