Los 75.000 habitantes de la ciudad de Rockhampton, en la costa este australiana, se preparaban este martes para estar incomunicados del mundo debido a las inundaciones que azotan el noreste de Australia, al mismo tiempo que acechaba el peligro de serpientes y cocodrilos.
Los habitantes amontonaban sacos de arena alrededor de sus casas y tiendas para protegerlas del caudal del río Fitzroy, que cruza la ciudad y cuyo nivel alcanzaba este martes 9,20 metros, pudiendo subir a 9,40 metros el miércoles o el jueves.
Rockhampton, situada a 500 kilómetros al norte de Brisbane (en la costa este), es una de las principales ciudades de esta región agrícola y minera, afectada desde hace varios días por las inundaciones, calificadas de "bíblicas" por las autoridades.
Los servicios de urgencia temen que el nivel de las aguas siga elevado durante al menos dos semanas, favoreciendo la proliferación de mosquitos transmisores de enfermedades.
Advirtieron también a los habitantes de la presencia de serpientes venenosas y cocodrilos. "Es la temporada de apareamiento y han salido bruscamente de su medio natural. Las serpientes están muy, muy nerviosas en este momento", declaró a la AFP Scott Mahaffey, director de operaciones de los servicios de urgencia.
Según los habitantes, las serpientes se refugian en los árboles y en las casas, buscando un sitio seco.
Respecto a los cocodrilos, el problema es que "es difícil de localizarlos en medio de los desechos" transportados en el agua, agregó Mahaffey. Un miembro de los servicios de emergencia explicó a la AFP haber visto a "dos policías salir del agua, tras haber percibido de cerca una poderosa mandíbula".
Los bordes del río, normalmente una zona agradable, son ahora una vasta zona parda, llena de sapos, desechos y aguas turbias procedentes de las fosas sépticas.
Las casas a lo largo del río están construidas sobre pilotes, varios metros por encima del agua, pero los habitantes están amontonando sacos de arena encima de las escaleras por si acaso.
En la ciudad, los equipos de emergencia recorren las calles, en barco si es necesario, o a veces a pie, con el agua hasta la cintura, para poner a cubierto a la gente, así como a "los perros, gatos y bebés", bromea Scott Mahaffey.
Los habitantes van en barco hasta el pub del hotel Pioneer para abastecerse en cerveza y pizzas. "Tenemos que mantener la tienda abierta lo máximo posible, porque la gente lo necesita", declara la propietaria, Suzanne Miller. "Vendemos cosas para comer baratas: arroz, platos de carne. Muchos aquí ya han perdido mucho y no pueden permitirse pagar más", agregó.
El aeropuerto, los ferrocarriles y la mayoría de carreteras que llevan a Rockhampton están cerradas, aunque este martes quedaba todavía una carretera abierta, no como había anunciado la policía la víspera.
El curso de los ríos del noreste de Australia aumentó hasta niveles históricos tras varias semanas de lluvias intensas, seguidas del ciclón Tasha.
Las autoridades estiman que 200.000 personas se han visto afectadas por la subida brusca de los caudales, que inundaron 22 comunidades rurales y dejó bajo el agua una región tan grande como Francia y Alemania juntas.Estados Unidos y Nueva Zelanda ofrecieron el lunes su ayuda.Desde finales de noviembre, diez personas han fallecido en Australia por culpa de las lluvias violentas y las inundaciones.
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